sábado, 9 de mayo de 2009

TODAS LAS ROSAS TIENEN ESPINAS




SI TÚ ME OLVIDAS
QUIERO que sepas
una cosa.


Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal,
la rama roja del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos
que navegan hacia las islas tuyas
que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día, cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.

Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.


La poesía de Neruda me recuerda a la forma de amar de las mujeres, de algunas mujeres..., por eso a veces no sé si estos poemas a Matilde, los escribe Neruda directamente o es el espíritu de su amada quien le susurra al oido las palabras que debe expresar.
La poesía y el amor, pueden compararse fácilmente con las rosas. La intensidad del amor podría asimilarse a la intensidad del olor de las rosas, las formas de amar... a sus colores (amor puro, como una rosa blanca, la ternura de color rosa, la amistad en la rosa morada o amarilla, la frescura de la rosa verde, y por supuesto.... la pasión de la rosa roja (mi preferida)).
La poesía como el amor y las rosas también tiene diferentes matices y nos apetecerá leer a un poeta u otro dependiendo de nuestro estado de ánimo.
Cuando alguien nos regala un poema, o una canción, que es el modo en que la poesía se torna música, de algún modo nos envía un beso, un mensaje, una señal... que a veces puede llevarnos, como el intenso aroma de la rosa a un estado de éxtasis, o producirnos un pinchazo en el alma como su tallo espinoso lo provoca en nuestras manos.
Porque todas las rosas tienen espinas, pero si no te arriesgas a pincharte con su tallo, jamás podrás disfrutar su aroma...

miércoles, 6 de mayo de 2009

El loco


" Vestido de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero. Cuando, yendo a las viñas, cruzo las últimas calles, blancas de cal con sol, los chiquillos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los harapos verdes, rojos y amarillos, las tensas barrigas tostadas, corren detrás de nosotros, chillando largamente:

–¡El loco! ¡El loco! ¡El loco!

...Delante está el campo, ya verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un incendiado añil, mis ojos – ¡tan lejos de mis oídos! – se abren noblemente, recibiendo en su calma esa placidez sin nombre, esa serenidad armoniosa y divina que vive en el sinfín del horizonte...
Y quedan, allá lejos, por las altas eras, unos agudos gritos, velados finamente, entrecortados, jadeantes, aburridos:

–¡El lo... co! ¡El lo... co! "

Me encanta este cuento del libro de Juan Ramón Jiménez, y "el loco" me parece un ser entrañable, que montado a lomos de platero me recuerda que a pesar de los niños tirando piedras y gritando "el loco, el loco... " en la vida estar loco es un auténtico privilegio.