domingo, 14 de febrero de 2010

MIENTRAS LA MÚSICA SUENE...

Amar es como oír una melodía en nuestro interior cuyo sonido proviene de los ojos de la persona amada; de sus manos al rozar las nuestras, de su cuerpo al desprender su calor sobre nuestro cuerpo...

A veces la música es una alegre campanilla, y otras suena como el fuerte redoble del campanario de una gran catedral, algunas personas escuchan el sonido del mar desde una caracola y otras incluso pueden sentir las salpicaduras del agua salada...

Hay personas que necesitan una sinfónica y otras capaces de sentirse sorprendidas por el timbre de una bicicleta...

Existen infinitos sonidos, infinitos tonos y composiciones musicales, infinitas melodías... incluso infinitas formas de “ruido”... como infinitas son las formas en las que el ser humano puede amar.

Podemos amar una flor, una puesta de sol, amar el horizonte, el océano, la brisa, el amanecer, el arco iris...

Amar la poesía, la música, la pintura.... amar nuestro pueblo, nuestra ciudad, nuestra patria...

Amar nuestros recuerdos, nuestros sueños e incluso nuestros anhelos...

Es tan grande la capacidad de amar del ser humano, que sólo puede asemejarse a las cosas que son infinitas como la música, ya que la música no es más que una composición numérica y los números tienden al infinito, como el infinito espacio.

Pero la más grande expresión del amor es cuando, a veces, sólo a veces, y lejos de toda similitud con cualquier matiz religioso, el amor se convierte en milagro.

Eso sucede cuando dos personas escuchan la misma música cuando se miran. Entonces pasa algo que, aunque la mayoría de las personas entienden que es lo usual, puesto que vivimos en una sociedad en que las personas tienden en su mayoría a vivir en pareja y formar familias, es totalmente extraordinario y majestuoso... amar a alguien y ser correspondido por esa persona.

Es algo tan extraordinario, que hay personas que no consiguen esta sintonía en toda su vida... no me imagino nada más triste que eso... por eso decía que hay diferentes tipos de sonidos e incluso de ruidos, y por supuesto no todos tienen la misma intensidad.

Algunas melodías suenan bajito, casi sin querer ser oídas, otras suenan como un estruendo, incapaces de contenerse en el espacio, algunas suenan como un chasquido e incluso hay sinfonías que suenan en el más absoluto de los silencios, para no ser descubiertas.

Lo mejor de todo es que la sinfonía del amor aparece sin buscarse, de repente, como una composición libre, que tiende a huir del ritmo y los límites de la música pura, por eso se contagia de la magia y el mestizaje y va engrandeciéndose a sí misma con el son de la pasión y la suavidad de la ternura.

Sea cual sea la sintonía de tu vida, no dejes de buscarla. Tal vez tengas la suerte de encontrarla muchas veces, tal vez la pierdas un día y de pronto cuando ya pensabas que no volvería, mires otros ojos, y de repente... allí está de nuevo susurrándote, haciendo que tus pies se muevan con su característico toque de swing.

Y si un día encuentras una melodía que no deja de retumbarte en los oídos día y noche, que te ayuda a ponerte las pilas por la mañana y levantarte y hace que por la noche concilies un dulce sueño. Si encuentras una melodía que te siga a todas partes.... cuídala, disfruta de ella, dile al oído cosas estúpidas, deja que te mime con sus susurros, y sobre todo... no dejes que se te escape....

...mientras la música suene....

http://www.youtube.com/watch?v=PoSbnAFvqfA&translated=1